Internacional

El travesaño era imaginario

Hace cinco años volvió mi viejo. Mi madre me avisó el día antes. No lo tomé bien. Lo recibí borracho y lo dejé con la mano estirada. Supongo que él tampoco esperaba otra cosa. Se fue sin avisar, el año 80, cuando yo tenía siete, y volvió trece años después, más flaco, y con una sonrisa que me cayó como patada en las bolas. Vivíamos con mi madre en un departamento minúsculo en la calle Portugal. Él comenzó a visitarnos…

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